Alea jacta est

Hace muchísimo tiempo que no escribo nada. Pareciera ser que he estado en un momento de desconcierto, un arrebato de dolor. Nada más alejado de la realidad. En verdad, he estado en un sueño profundo, un minúsculo lapso entre lo muerto y lo moribundo… un pequeño atisbo entre el túnel luminoso y la más profunda ansiedad. 

¿Qué más puede pasar, si el mundo pareciera ser tan sólo un grito ensordecedor? A veces, muy a menudo pareciera ser, pierdo la paciencia, la cordura y el dolor en la cabeza se apodera de mí. Es como si un ser tosco e indolente de mi condición quisiera trepanar y expulsar lo poco que queda de juicio de mi cabeza, y establecer allí un negro imperio.

Las palabras se esconden como cucarachas debajo de mi mesa… pierdo todo contacto con la belleza… pierdo poco a poco la confianza; la humildad y la arrogancia me avientan desde lo más alto de la ignorancia, y me autoproclamo el más deleznable del orbe.

Como diría Sabines… si lo has de hacer, hazlo ya. Y la suerte está echada.